Salient is an excellent design with a fresh approach for the ever-changing Web. Integrated with Gantry 5, it is infinitely customizable, incredibly powerful, and remarkably simple.
Download
Falleció el Prof. Luís Alfonso Resck.
Docente, político y sobre todo uno de los principales luchadores por los derechos humanos.
En los momentos más difíciles, cuando el miedo podía más que la solidaridad, fue un ejemplo de coherencia con sus principios y valores.
El Prof. Resck fue sobre todo un gran paraguayo.
10/06/2016
La ampliación del Contrato de Tape Porã es sin duda alguna el mayor negociado en décadas y va a afectar incluso a la siguiente generación, HASTA EL AÑO 2053.
Se violaron todas las normas constitucionales que rigen las contrataciones públicas, la libre concurrencia y el principio de la igualdad.
Lo más grave, estamos penalmente ante un caso de administración en provecho propio, donde el Ministro del MOPC favorece a su empresa familiar, parte del consorcio beneficiado. El propio presidente Cartes interviene directamente ofreciendo un viaje y un cargo al hermano de un senador para alterar la votación, lo cual penalmente constituye cuando menos el delito de tráfico de influencias.
Además de todo nos mintieron. Nos dicen que se va a ensanchar el tramo Asunción - Ciudad del Este cuando solamente se contempla desde Caaguazú hasta Minga Guazú, dejando de lado un tramo aún más crítico como es el acceso al área metropolitana.
Todos queremos que se mejoren nuestras rutas, principalmente aquellas más transitadas y peligrosas. En este caso el reclamo es que a tres años de Gobierno no se haya hecho nada y que ahora se rompa el Estado de derecho para favorecer a los amigos y parientes con la excusa de la urgencia.
El Gobierno está a tiempo de evitar este fraude monumental, y al mismo tiempo realizar las obras cumpliendo la ley, por medio de una licitación.
Este es un reclamo más que razonable.
6/06/2016
En su libro “La democracia y sus críticos”, Robert Dahl sostiene con sobrados argumentos que todos los regímenes contemporáneos, o al menos gran parte de ellos, se definen como democráticos, aunque muy pocos reúnen los elementos propios de una democracia.
Esto es en gran medida porque mediáticamente la idea de un sistema que permite la mayor participación popular es atractiva, pero también por la dificultad de definir su alcance y limitaciones.
De hecho, este tipo de Estado generó controversias desde su aparición hace 2.500 años. Platón fue uno de sus primeros críticos, el sostenía que la idea era buena pero imposible de llevarla a la práctica. Platón afirmaba que el pueblo no era apto para autogobernarse, que una tarea tan delicada era propia de gente sabia, de filósofos que debían ser formados desde la infancia para gobernar la ciudad.
Cuando más de dos milenios después las revoluciones liberales volvieron a impulsar los ideales de la libertad y los principios de la democracia abrieron las puertas de la participación electoral a la mayor parte de la población, nuevos críticos del gobierno del pueblo plantearon argumentos similares: la inmadurez del pueblo y la necesidad de llamar a los “tutores” de Platón para reemplazar a los elegidos por sufragio. En vez de filósofos, se recurrió a militares, caudillos carismáticos, personas de poder económico, que en algunos casos se rodearon de tecnócratas.
En pocas palabras, los críticos de las democracias no inventaron nada nuevo en dos milenios y medio.
Descalificar el sistema democrático significaba también atacar la legitimidad de sus elementos. Los partidos políticos, los parlamentos y los sistemas electorales fueron desde el inicio cuestionados por diversos motivos. Y en muchos casos con razón, probablemente en la mayoría. Es cierto que estas instituciones han tenido sus errores y que la corrupción ha sido y sigue siendo una realidad en muchos países democráticos. Es cierto también que la democracia no ha resuelto los problemas de la sociedad, que la pobreza y las inequidades sociales siguen vigentes en mayor o menor medida.
Dicho esto, es más cierto que tampoco los sistemas no democráticos han tenido éxito. El mito de las dictaduras buenas ha caído en todos los casos. Los sistemas autoritarios han hecho y siguen haciendo mucho mal a sus países. Con sus imperfecciones y defectos, la democracia implica participación. Y sí, la sociedad muchas veces se equivoca, pero lo hace en forma colectiva. Los aciertos y también los desaciertos tienen la legitimidad de un proceso que implica que la opinión de muchos es tenida en cuenta en cada decisión que se toma.
Nuestra sociedad está en crisis por muchos motivos. La pobreza, las inequidades sociales, la falta de respuestas a las necesidades más básicas de la gente, y la corrupción socaban la confianza en las instituciones y en la democracia misma.
La respuesta a esta crisis sin fin, a una democracia de baja calidad, ha sido en estas décadas posteriores a la caída de la dictadura buscar tutores o tecnócratas.
Así tuvimos un Presidente militar, con un pasado controvertido; un empresario que basó su éxito y fortuna en negocios con el Estado; otro empresario, vinculado con negocios con el Estado y apoyado por un militar, con un pasado fuertemente cuestionado; un político que venía del periodismo; un ex obispo; y de nuevo un empresario, con una fortuna de origen dudoso.
Haciendo un repaso, en general hemos sido gobernados por décadas por mal llamados “outsiders”. Y digo mal llamados porque todos provenían de factores de poder no democráticos, ya sean militares o económicos. Eran del sistema, y de su lado menos transparente.
En este contexto no es de extrañar que los partidos políticos o el Congreso no hayan tenido el desarrollo y los resultados necesarios. El tema es que nuestros gobernantes, en la mayoría de los casos no han surgido de verdaderos procesos de participación, sino más bien han llegado fuertemente apoyados por el poder económico, la estructura del Estado y sus recursos. La prensa comercial en muchos casos ha puesto lo suyo, el monitoreo de los medios nacionales demuestra una clara preponderancia del Partido Colorado en las sucesivas elecciones en cuanto a espacios publicitarios, sin contar las centenares de radios de todo el país que pertenecen en un altísimo porcentaje a los políticos de la ANR.
No se puede hacer política sin políticos, como no se puede jugar fútbol sin futbolistas. Que los partidos políticos funcionen deficientemente y el Congreso no nos represente como pretendemos es una realidad, pero no nos confundamos, no estamos viendo la enfermedad sino sus síntomas.
Si queremos fortalecer la democracia tenemos que consolidar sus pilares. Con partidos políticos débiles e ineficientes y un Congreso sometido solo fortalecemos a los factores de poder que carecen totalmente de legitimidad y control y desde las sombras defienden intereses particulares, ajenos a los generales.
La democracia es un proceso donde a medida que se consolida la participación de la gente se fortalece. La democracia funciona, lo demuestran, entre otros, los países escandinavos que sin duda son los que tienen mejores índices en integridad, participación, equidad y prosperidad, y cuentan con los sistemas democráticos mejor valorados. Estas democracias no se construyeron de la noche a la mañana, llevaron tiempo y requirieron compromiso.
Es lo que necesitamos en nuestro país, en un momento en que estamos llegando al extremo en que distintas mafias están avanzando sobre el poder político, ante la indiferencia o desinformación de gran parte de las élites de nuestro país, ¿complicidad, conveniencia, o simplemente demasiado dinero en juego?
Lo cierto es que Paraguay está en un cruce de caminos, y el debate democrático está ausente de las amenazas que vivimos y que se acrecientan día a día.
La respuesta a esta crisis es definir quién es el enemigo y enfrentarlo. No son los partidos ni el Congreso, como ciertos factores de poder pretenden imponer para lograr más influencia y menos control.
Por eso reformar y fortalecer estas instituciones es fundamental. Sin partidos que funcionen y un Congreso que nos represente, el país va a seguir sometido a fuerzas que operan desde la oscuridad representando intereses particulares, y en algunos casos y más grave aún, al crimen organizado que día a día se fortalece en sus diferentes modalidades.
6/05/2016
En medio de la confrontación entre políticos de diferentes partidos que están a favor o en contra de la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, se le dio poca difusión a una ponencia presentada en un seminario en Lisboa por el senador opositor brasileño José Serra. En la misma sostuvo que el “impeachment” de la Presidenta no solucionaba la crisis y planteó un cambio legal para pasar de un régimen presidencialista a un régimen parlamentarista, como fórmula para acabar con las crisis institucionales del país (El País, 1/04/2016).
La idea no es nueva ni se aplica sólo al Brasil, varios cientistas políticos han analizado los sistemas de partidos y gobierno predominantes en América Latina, desde el siglo XIX hasta nuestros días y concluido que las permanentes crisis institucionales se deben a un problema de diseño constitucional, que se podría salvar pasando del presidencialismo a un sistema parlamentarista, como los que predominan en Europa.
Arturo Valenzuela, en varias publicaciones, sostiene que la mayoría de los sistemas parlamentaristas son estables y en contrapartida, la mayoría de los sistemas presidencialistas, salvo excepciones no lo son. Esto es consecuencia de las dificultades que tiene un presidente electo por voto popular para lograr mayorías parlamentarias, sobre todo en sistemas multipartidistas en los que la representación está atomizada, como en Brasil donde alrededor de 30 partidos se distribuyen las bancas del Congreso.
La realidad nos muestra también que en los sistemas parlamentaristas las crisis se resuelven de manera menos compleja. Cuando un Gobierno pierde mayoría en el Parlamento, sencillamente es reemplazado por otro que logre el respaldo suficiente. En caso que esto no suceda, se llama a elecciones anticipadas.
En las últimas décadas, las crisis entre presidentes y parlamentos en los regímenes presidencialistas en la región se han resuelto de manera traumática e incluso violenta. Desde destituciones vía juicio político, pasando por cacerolazos y movilizaciones, hasta llegar incluso a la intervención militar. Ejemplos tenemos a montones, y en casi todos los países de la región.
Paraguay no escapa a esta realidad. Desde que cayó la dictadura sólo tres presidentes culminaron sus mandatos. Si contamos desde 1870, sólo 10, los demás fueron destituidos en casi todos los casos (Bareiro y Franco fallecieron de causas naturales, Estigarribia en un accidente aéreo) por golpes militares o institucionales, a excepción de Juan B. Gill, que fue asesinado.
En el sistema parlamentarista, siguiendo a Sartori, Valenzuela y Linz, entre otros, la legitimidad democrática reside en el parlamento. La población elije un Congreso que a su vez debe lograr una mayoría para conformar un gobierno estable, que requiere en todo momento del voto de confianza del Parlamento.
En el sistema presidencial existe una dualidad. Tanto el Presidente, como el Congreso tienen la misma legitimidad, y habitualmente se da una tensión entre poderes que si se exacerba sólo se puede resolver con medidas extremas, como el juicio político, o peor aún, la fuerza y el quiebre de la democracia. Habitualmente ninguna salida es buena ni resuelve los problemas de la sociedad.
El dilema en Brasil no es solamente sobre la permanencia o no de la Presidenta. El debate real es sobre si nuestros sistemas de gobierno, inspirados en la Constitución de EE.UU. escrita en 1.787 para un país con una realidad totalmente distinta a la de los países latinoamericanos, van a poder resolver las tensiones políticas y sociales de una manera eficiente y sostenible en el tiempo.
El cambio de régimen no es fácil, el sistema parlamentarista para garantizar estabilidad, parte de premisas que en muchos casos están ausentes en la región, como la existencia de partidos con programas claros y representantes coherentes con ellos.
De todas formas, nuestras experiencias recientes como país y como región, nos exigen analizar reformas que nos lleven a fortalecer nuestras aún frágiles democracias y la consolidación de una institucionalidad capaz de enfrentar con eficacia los problemas políticos, económicos y sociales que afectan a nuestras sociedades.
6/05/2016
Los estudiantes secundarios nos están dando un ejemplo de civismo!
Tomaron el Col. República Argentina y anuncian otras medidas de presión. Exigen la renuncia de la Ministra y reformas educativas de fondo.
La educación es fundamental para el desarrollo, los estudiantes de secundaria nos están mostrando el camino con su lucha y firmeza.
El Gobierno, lejos de escucharles mandó fiscales y policías a amenazarles.
Cuando la razón está de tu lado no hay lugar para el miedo. Sinceramente nos llenan de orgullo!!! Todo el país les apoya!!!
3/05/2016